José Luis Escobar, arzobispo de El Salvador, durante la misa dominical celebrada en la céntrica catedral de la capital salvadoreña señaló la violencia homicida con signos de epidemia que se vive este país centroamericano y demandó a todos los sectores trabajar por construir la paz. La violencia es como una epidemia que debe atenderse con prontitud, exclamó el arzobispo.
Para el religioso el país se desangra, el país muere por la violencia de las pandillas a la que se la dado un tratamiento inadecuado por décadas desde que comenzó.
En lo que va de este año, según estadísticas oficiales, el país acumula un poco más de 1.600 homicidios, por lo que el promedio de muertes violentas por día es de 23.
El sábado, el presidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, lamentó que las pandillas han perdido todos sus instintos de seres humanos (ya) que se han degradado a tal forma que no les importa la vida de nadie al cometer masacres de hasta 11 personas.
Para contener a las bandas criminales, Sánchez Cerén indicó que un equipo de gobierno prepara una propuesta de medidas extraordinarias para presentar a la aprobación del Congreso que incluirán medidas extremas en los centros penales porque desde esos recintos se conducen las operaciones del crimen.
Ante el complicado escenario que vive el país, para el arzobispo es urgente fomentar en todos los ámbitos las condiciones que lleven a la paz, lo cual pasa por la salvaguardia de los bienes de las personas, la libre comunicación en la sociedad, el respeto a la dignidad humana y la práctica asidua de la fraternidad.
Las pandillas, según estimaciones de las autoridades, cuentan con unos 70.000 miembros, de los cuales 13.000 están encarcelados.
En 2015 El Salvador registró 6.657 homicidios, que lo convirtieron en una de las naciones sin guerra más violentas del mundo, con un promedio de 104 homicidios por cada 100.000 habitantes.