Rusos de todos los sectores, desde el primer ministro Dmitry Medvedev a ciudadanos comunes, ven en la histórica reunión de los jefes de las iglesias católica y ortodoxa rusa un hecho que trasciende de lejos la doctrina religiosa. El encuentro ha sido de lo más comentado en el gran país europeo.
La reunión de Francisco y el patriarca Kirill en La Habana fue la primera entre los líderes de ambas confesiones. Los papas se han reunido previamente con otros jerarcas de iglesias ortodoxas, pero nunca con la rusa, que es la mayor de esas iglesias de oriente. Ambas iglesias se separaron hace aproximadamente un milenio.
Medvedev, dijo el sábado en la Conferencia de Seguridad de Munich que la reunión del papa con el patriarca podría fomentar el acercamiento entre Moscú y Occidente.
«Ayer vimos un ejemplo brillante en lo religioso de cómo empieza el movimiento de uno hacia el otro», declaró.
Yevgeny Fedorov, obrero de la construcción de 59 años, dijo algo similar.
«Tal vez es un pequeño avance hacia la unidad, más respeto, una relación más correcta», dijo frente a la catedral de Cristo el Salvador, uno de los templos ortodoxos más importantes de la ciudad. Pero, añadió, «no creo que Occidente empiece a respetarnos mañana debido al encuentro».
El cisma entre católicos y ortodoxos abarca una gama de asuntos doctrinarios que incluyen la infalibilidad papal y la naturaleza de la Santa Trinidad. Además, la iglesia rusa se eriza ante lo que considera los intentos de los católicos de hacer proselitismo en la era postsoviética cuando se puso fin a la represión religiosa.
El encuentro en La Habana difícilmente ayudará a poner fin a las disputas medulares, dijo el teólogo Pyotr Chistyakov a la agencia noticiosa estatal Tass.
«Probablemente las partes comprendieron que los asuntos teológicos son complejos y problemáticos y era más conveniente no discutirlos sino hablar de los problemas urgentes que angustian a todos: la situación política, el terrorismo y la crisis de la sociedad tradicional y el cristianismo tradicional».