El papa Francisco se encontró este viernes en La Habana entre besos y abrazos con el patriarca ruso Kirill, en la primera cita cargada de simbolismo que sostienen los líderes del cristianismo de Occidente y Oriente desde el milenario cisma.
«Finalmente nos encontramos. Somos hermanos», dijo Francisco al encontrar al patriarca ruso. «Está claro que este encuentro es la voluntad de Dios», agregó.
Los líderes religiosos se mostraron muy cordiales antes de sentarse a charlar ante los destellos y el ruido de las cámaras.
Al término del encuentro, que empezó a las 14H25 (locales), está previsto que los dos suscriban una declaración.
Francisco aterrizó en la capital cubana hacia las 14H00 locales (19H00 GMT) para la trascendental cita con Kirill (69 años), quien llegó un día antes en visita oficial a Cuba.
El papa argentino de 79 años estará en La Habana unas tres horas antes de seguir rumbo a un México azotado por la violencia del narcotráfico, donde realizará su duodécimo viaje apostólico.
«Esto es un viaje colmado por compromisos, que ha sido deseado por mi hermano Kirill, por mí y por los mexicanos», dijo el papa a los periodistas que viajan con él en el avión.
Francisco fue recibido por el presidente Raúl Castro, un ateo comunista de 84 años, quien oficia como anfitrión y facilitador de este histórico acercamiento dentro del mundo cristiano.
Los líderes religiosos, que representan a unos 1.330 millones de cristianos, entre católicos (la gran mayoría) y ortodoxos rusos, se reúnen en una sala del mismo aeropuerto José Martí, y al final de su charla suscribirán una declaración conjunta.
Su encuentro reviste un carácter único por ser el primero entre los representantes de las dos mayores alas del cristianismo desde la fractura de 1054.
Pero este encuentro en Cuba, donde el Estado fue oficialmente ateo entre 1976 y 1992 antes de proclamarse laico, trasciende lo religioso.
Las dos grandes Iglesias cristianas ven con preocupación la violencia del radicalismo islámico y la persecución contra los cristianos, tanto católicos como ortodoxos, en Medio Oriente y en el norte y centro de África.
Tras su reunión, Francisco llegará a México y Kirill estará en Cuba hasta el domingo, cuando saldrá para completar una gira de 11 días que también incluye a Brasil y Paraguay.
Putin, entre ‘bambalinas’
La reunión que el Vaticano trató de organizar en vano por décadas en Europa se fraguó en gran secreto, en parte debido a las resistencias de algunos sectores del patriarcado de la Iglesia ortodoxa rusa, que representa a 130 millones de fieles sobre un total de 250 millones de ortodoxos.
Para muchos analistas, los estrechos vínculos entre el patriarcado y el presidente ruso, Vladimir Putin, dan a la reunión una dimensión política y estratégica.
«Entre bambalinas hay un tercer protagonista, el presidente Putin», sostiene en su blog el vaticanista Marco Politi, quien recuerda que Francisco recibió el año pasado en dos ocasiones al líder ruso en el Vaticano.
«Sería una ingenuidad pensar que la repentina disponibilidad del patriarca no está relacionada con el papel de Rusia en este momento geopolítico», escribió Politi.
El jueves, Rusia y Estados Unidos acordaron una «suspensión de las hostilidades» en Siria en el plazo de una semana, con el objetivo de reactivar el proceso de paz y frenar el desplazamiento masivo de civiles.
La estabilización de Siria y el freno al terrorismo yihadista son dos asuntos que Moscú sopesa con Estados Unidos.
Acusada durante décadas de proselitismo por parte de los ortodoxos rusos, la Iglesia católica intenta superar la desconfianza y evitó condenar la política intervencionista de Putin en Ucrania, gesto apreciado por la Iglesia rusa aunque criticado por los católicos ucranianos de rito griego, que apoyan al gobierno de Kiev.
En México, la herida de la violencia
El papa argentino proseguirá su viaje a bordo del avión AZ330 de Alitalia hacia Ciudad de México, adonde llegará tras dos horas de vuelo a las 19H30 hora local.
Francisco será recibido por miles de personas con linternas y teléfonos celulares encendidos para establecer un récord mundial gracias a una multitudinaria «valla de luz y de oración».
Será la séptima visita de un pontífice a México, el segundo país más católico del mundo después de Brasil, con unos 100 millones de bautizados.
El papa latinoamericano, que conoce los grandes males y sufrimientos de su continente, llegará a un país sacudido por una violencia inaudita, donde la víspera murieron al menos 52 personas por un motín en la cárcel de Monterrey.
Con su visita de cinco días, Francisco desea dar voz y esperanza a los migrantes, a las víctimas de las bandas criminales del narcotráfico, de los tráficos ilegales, de la corrupción, los abusos y la pobreza.