Tras concluir el carnaval en el cual la diversión incluye el derroche de agua, los panameños continúan enfrentados a la intensa sequía que pone en peligro su garantía para el consumo humano.
La incontrolable expansión de la capital, en cuyas áreas metropolitana y periférica viven cerca de 1,9 millones de habitantes (población total 3,9), pone al límite las fuentes de abasto de agua potable centrada en la cuenca del Canal de Panamá.
Tres nuevas plantas potabilizadoras pretenden extraer de los lagos Gatún y Alajuela (los mismos usados para el cruce de barcos) 680 millones de litros (lt) diarios extras y tratar de satisfacer a las insaciables urbes, para las cuales desde estas fuentes se bombean mil 568 millones de litros cotidianamente.
Sobre el tema Jorge Luis Quijano, administrador de la Autoridad del Canal (ACP), dijo que no se puede pretender que un sistema de dos embalses -Alajuela, construido en 1935, y Gatún, en 1914- entregue agua de la misma manera tras el crecimiento de la población metropolitana y de la colonense, segunda mayor urbe del país.
Ante tal situación, Quijano sugirió analizar el lago artificial Bayano, al Este de la capital, donde un gran potencial de agua dulce se utiliza solo en la pesca y la generación eléctrica.
El flujo que pasa por las turbinas de la hidroeléctrica es ocho veces el consumo diario de las poblaciones e industrias que actualmente toman el líquido de la cuenca canalera, señaló Quijano.
Centroamérica y Suramérica consumen entre 80 y 120 lt de agua por día, pero los panameños gastan 365.
Sin embargo, las redes no llegan a toda la población; esto ratifica el criterio de especialistas y autoridades de que el vital líquido se desperdicia en salideros, fregado de vehículos, riego de jardines, comercios y otras actividades.
Además, se debe tener en cuenta el incremento de visitantes extranjeros como parte de una política de desarrollo del turismo, que alcanzó el pasado año los dos millones 550 mil, más del doble de 2010.
Para algunos expertos, el origen del problema está en el desordenado crecimiento de la construcción habitacional, porque a pesar de que existe un Plan de Desarrollo Urbano para las Áreas Metropolitanas de Panamá y Colón, este no es asumido con obligatoriedad legal, señalan las autoridades.
«Al leer el plan aún vigente, es evidente confirmar que sus lineamientos no se han seguido, pero ¿qué le espera a la ciudad capital si ni siquiera hay un documento que establezca un proyecto urbano a seguir?», opinó el arquitecto panameño Pablo García, autor del libro Urbanofobia.
Desde febrero de 2006 la Asamblea Nacional aprobó una Ley para el ordenamiento territorial en las ciudades, «con el fin de procurar el crecimiento armónico de los centros poblados, y de brindar a sus habitantes accesibilidad universal y mejor calidad de vida dentro de su ambiente geográfico y en todo el territorio nacional».
En Panamá existen 52 cuencas hidrográficas, la mayoría en la vertiente del Atlántico, en las cuales solo se utiliza el 83 por ciento del agua disponible, por lo que no pocos piensan en la necesidad de embalsar.
Pero Félix Wing, secretario del Ministerio de Ambiente (MiAmbiente), opina que también se debe trabajar en la construcción de trasvases acuíferos desde el Atlántico hasta el Pacífico, porque es evidente que «debemos adaptarnos al cambio climático», donde la vertiente sur del país es menos beneficiada por las lluvias.
Deforestación, falta de sanidad, malas prácticas pecuarias y la fuerte sequía que azota a Panamá, ponen en peligro hoy el caudal y la limpieza de 31 cuencas acuíferas; informes de vigilancia de MiAmbiente refieren que los daños se concentran en los 300 ríos que desembocan al Pacífico.
Una de las soluciones es potenciar la biodiversidad y los recursos forestales, además de lograr la reforestación comercial y el manejo sostenible de los bosques como un aporte a la economía rural.
El especialista en temas ambientales Harley Mitchell aseveró que estas iniciativas «no resolverán el problema por sí solo, por lo que el MiAmbiente debe ser más estricto en lidiar con los instrumentos legales destinados a prevenir y a corregir las faltas contra el medio».
El agua apunta a la consecuencia más grave del caos urbanístico criticado por los expertos, pero su solución deberá formar parte de una estrategia que incluya la aplicación obligatoria del Plan de Desarrollo, como única vía para poner orden en una ciudad que se extiende sin control de Este-Oeste.