Cinco personas resultaron heridas, dos de ellas de gravedad, en una explosión por gas que destruyó una casa en la que estaban secuestrados unos 60 migrantes en la localidad mexicana de Reynosa, fronteriza con Texas, dijeron las autoridades mexicanas. El estallido del lunes por la tarde destrozó las ventanas y puertas de la vivienda en Reynosa, que se encuentra frente a la ciudad tejana de McAllen, indicó en un comunicado Grupo Coordinación, una agencia gubernamental de seguridad en el estado de Tamaulipas.
Tres de los cinco heridos fueron hospitalizados, señaló el gobierno, indicando que todos procedían de Guatemala. Las personas con lesiones más graves se encontraban en estado delicado tras sufrir quemaduras en buena parte del cuerpo.
Las autoridades intentaban ubicar a numerosas personas que podrían estar heridas pero huyeron corriendo después de la explosión, atribuida a una acumulación de gas natural.
Los investigadores determinaron que una banda criminal utilizaba el inmueble para retener cautivos al menos a 60 migrantes de diferentes nacionalidades que intentaban llegar a Estados Unidos. Los migrantes dijeron a la policía que se les había capturado una semana antes.
Los migrantes que viajan a través de México suelen ser víctimas de grupos de crimen organizado que los extorsionan pidiendo rescates por ellos o sus familias.
Reynosa está considerada como un bastión del cártel del Golfo, que controla el narcotráfico en buena parte de la frontera entre Tamaulipas y Texas.
En 2014 una situación similar tuvo lugar en un centro comercial de Reynosa. La cifra de fallecidos se elevó a tres a causa de una explosión que se originó aparentemente por una acumulación de gas. Mientras que 16 personas resultaron heridas, así lo confirmó el gobierno de la región de Tamaulipas por la explosión y derrumbe del inmueble comercial.
Los lesionados, entre ellos un bebé, se recuperaron en el Instituto Mexicano del Seguro Social de la ciudad.
Las personas que fallecieron fueron identificadas como Alan Alanís Barbosa, de 25 años; Ada Lizeth Silva Torres, empleada de uno de los negocios, y Sigifredo Hernández Torres, de 43 años y propietario de un consultorio dental que se encontraba en el ala comercial donde ocurrió la explosión derivada de un acumulamiento de gas.