Autoridades de salud de Naciones Unidas y Estados Unidos informaron a The Associated Press que Brasil aún no ha compartido suficientes muestras y datos necesarios para responder a la pregunta más preocupante sobre el brote de zika: ¿el virus es realmente responsable del incremento en el número de natalicios de bebés con cabezas anormalmente pequeñas en Brasil?
La falta de datos ha frustrado los esfuerzos por desarrollar pruebas de diagnóstico, medicamentos y vacunas. Los laboratorios en Estados Unidos y Europa dependen de muestras de brotes previos. Los científicos afirman que contar con tan poco material de trabajo obstaculiza su capacidad para rastrear la evolución del virus.
Uno de los principales problemas parece ser la ley brasileña. Actualmente, es técnicamente ilegal que institutos e investigadores brasileños compartan material genético, incluyendo muestras de sangre infectadas de zika y otros virus.
«Compartir las muestras es un tema delicado. Se debe involucrar a abogados», dijo el doctor Marcos Espinal, director de enfermedades infecciosas en la oficina regional de Washington de la Organización Mundial de la Salud.
Espinal espera que el tema se resuelva antes de que los presidentes de Estados Unidos y Brasil entablen una discusión al respecto. Dijo que el papel de la OMS es principalmente el de un intermediario que alienta a los países a compartir, pero hasta ahora, Brasil ha proveído menos de 20 muestras.
«No hay forma de que esto no pueda resolverse a corto plazo», dijo. «Siempre es riesgoso esperar durante una emergencia».
En mayo pasado, mientras aparecían los primeros casos de zika en Brasil, la presidenta Dilma Rousseff aprobó una nueva ley para regular la manera en que los investigadores utilizaban los recursos genéticos del país. Pero el marco legal no ha sido aprobado, dejando a los científicos en el limbo.
«Hasta que se implemente la ley, se nos prohíbe legalmente enviar muestras al extranjero», dijo Paulo Gadelha, presidente de la Fundación Oswaldo Cruz, el principal instituto paraestatal de investigación de enfermedades tropicales. «Incluso si quisiéramos enviar el material al extranjero, no podemos hacerlo porque es un delito».
La prohibición no significa necesariamente que los investigadores extranjeros no puedan tener acceso a las muestras. Algunas se compartieron con Estados Unidos, incluyendo tejidos de dos recién nacidos fallecidos y dos fetos recientemente examinados en los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés). Pero un funcionario estadounidense asegura que eso no es suficiente para desarrollar pruebas precisas para encontrar el virus o ayudar a determinar si el zika es realmente el responsable por el incremento en el número de defectos de nacimiento. Dicho aumento provocó que la OMS declarara el lunes una emergencia internacional.
Dada la escasez de muestras brasileñas, autoridades de salud pública de todo el mundo están recurriendo a virus antiguos, o tomando muestras de pacientes privados.
El funcionario estadounidense, que compartió información bajo condición de anonimato debido a que no estaba autorizado a tocar el tema, dijo que los CDC usan una cepa tomada del brote de 2013 en la Polinesia Francesa para perfeccionar las pruebas de zika. Los investigadores de Estados Unidos que intentan secuenciar el código genético del zika, se han visto obligados a usar muestras del virus tomadas en Puerto Rico a causa de la misma razón.
En Inglaterra, los investigadores utilizan muestras tomadas en Micronesia, lugar donde se originó un brote en 2007. Los franceses utilizan muestras tomadas en Polinesia y Martinica. En España, los científicos cuentan con una cepa ugandesa que fue provista por Estados Unidos. Incluso Portugal, colonizador de Brasil, no cuenta con una cepa brasileña; el Instituto Nacional de Salud de Lisboa dijo que realiza pruebas a una muestra de Estados Unidos que data de la década de 1980.
Algunos investigadores eluden la burocracia brasileña al hacer que laboratorios privados les envíen muestras para pruebas, dijo el doctor Jonas Schmidt-Chanasit, experto en enfermedades propagadas por picadura de mosquito del Instituto Bernhard Nocht de Medicina Tropical en Hamburgo.
«Es casi imposible obtener muestras del país», dijo Schmidt-Chanasit a la AP, refiriéndose a Brasil. «No es posible a través de los canales oficiales del gobierno. Nuestra fuente son las personas acaudaladas que quieren un diagnóstico».
En público, los líderes del sector salud se han mostrado ansiosos por presumir una excelente colaboración. La presidenta de la OMS, Margaret Chan, dijo tras la reunión del lunes que Brasil y Estados Unidos colaboraban «estrechamente» en los estudios. Cuestionado sobre la compartición de muestras, el doctor Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, le dijo a AP: «No creo que sea problema».
Detrás de las cámaras, la historia es diferente.
Cuatro funcionarios de la OMS le dijeron a AP que los brasileños estaban acotando información actualizada a sus aliados internacionales.
«La OMS no ha recibido nada de su parte, ningún hallazgo clínico o de laboratorio», dijo uno de los funcionarios.
Los cuatro hablaron bajo condición de anonimato debido a que no contaban con autorización para tocar el tema públicamente.
Ben Neuman, virólogo de la Universidad Reading en Inglaterra, dijo que se requieren miles de muestras, o al menos cientos, para rastrear al virus y determinar la manera en la que cambia. «La ciencia sólo funciona cuando se comparte», afirmó.
Los problemas para compartir al virus no están limitados a Brasil, dijo Gadelha, de la Fundación Oswaldo Cruz.
«Este no es un asunto unilateral; es un problema global», comentó, y añadió que espera que la crisis actual acelere los esfuerzos de cooperación internacional, que han sido un añejo problema en los programas de respuesta a epidemias.
Hace más de una década, la OMS enfrentó un problema similar cuando Indonesia se negó a compartir muestras de la gripe aviar, al argumentar que los científicos de Occidente los utilizarían para fabricar fármacos y vacunas que ellos no podían costear. En ese momento, Brasil encabezó los esfuerzos para poner fin al debate, mediando un acuerdo que asegura que los países en desarrollo tuvieran acceso garantizado a los productos desarrollados de los virus compartidos.
Lawrence Gostin, director del Centro de Colaboración de la OMS en Leyes en Salud Pública y Derechos Humanos para la Universidad de Georgetown, dijo que no hay reglas que obliguen a los gobiernos a entregar los virus, muestras de tejidos u otra información.
«Si los países no comparten, la única repercusión que enfrentan es el repudio público», indicó.