Autoridades del estado de Morelos, al sur de Ciudad de México, localizaron dos fosas clandestinas con 4 cadáveres de hombres relacionados con los presuntos atacantes de la alcaldesa de Temixco, asesinada el 2 de enero a menos de 24 horas de asumir el cargo.
Un funcionario de la fiscalía estatal que pidió el anonimato por no estar autorizado a dar declaraciones informó el martes que el hallazgo se hizo en los dos días previos y que quien llevó a las autoridades hasta las fosas clandestinas fue la declaración de un menor detenido junto a otras dos personas por la muerte de Gisela Mota. El joven confesó, además, ser miembro del grupo delincuencial Los Rojos.
El gobernador de Morelos, Graco Ramírez, señaló el lunes que el asesinato de la alcaldesa fue un mensaje del crimen organizado a otras autoridades locales para que no acepten que los policías municipales estén bajo un mando único estatal y detalló que la principal línea de investigación apunta a una célula de Los Rojos que opera en Guerrero, Morelos y Estado de México, tres estados con altos niveles de violencia.
Los Rojos es uno de los grupos del crimen organizado que opera en Morelos y el vecino estado de Guerrero, enemigo del grupo Guerreros Unidos. Ambas organizaciones mantienen una férrea guerra por el control de territorios y ambas surgieron tras la caída del cártel de los Beltrán Leyva, una escisión de Sinaloa que operaba en el centro-sur del país.
Guerreros Unidos está vinculado directamente con la mayor desaparición forzada de la historia reciente de México, la de 43 estudiantes en Iguala en 2014, efectuada supuestamente por policías y autoridades vinculadas con el cártel. Y algunos detenidos por este caso dijeron que atacaron a los estudiantes al confundirlos con miembros de Los Rojos.
El sábado, un día después de su toma de posesión, un grupo de hombres armados mató en su domicilio a la nueva alcaldesa de Temixco, uno de los municipios más violentos del estado y conurbado con la capital, Cuernavaca.
«Según la declaración del papá, los atacantes sometieron a toda la familia y preguntaron quién era Gisela Mota. Ella contestó ‘yo soy’ y fue cuando la dispararon», explicó el funcionario.
Justo después, dos sospechosos murieron en un enfrentamiento con la policía y otros tres fueron arrestados: el menor cuya confesión llevó a las autoridades hasta las fosas, un adolescente de 18 años y una mujer de 32. Al menor también se le involucra en otro homicidio, el de un hombre encontrado en la carretera que une Ciudad de México con Acapulco, en la costa del Pacífico.
Todavía se desconoce la identidad de los cadáveres encontrados en los enterramientos clandestinos pero no se descarta que uno de ellos fuera el de un policía del vecino estado de Guerrero cuyas pertenencias fueron localizadas en el vehículo de los detenidos, agregó el funcionario.
Las autoridades mantienen la investigación abierta y se busca, al menos, a otras tres personas implicadas en la muerte de la alcaldesa.
La denuncia del gobernador de Morelos de que el asesinato de Mota fue un mensaje claro contra su política de controlar a las policías locales bajo un mando único estatal suscitó polémica en aquellos alcaldes que critican esta estrategia, el principal, el ex futbolista Cuauhtémoc Blanco, presidente municipal de Cuernavaca.
Graco Ramírez llegó a decir que detrás de la negativa de Blanco al mando único «hay personas que quieren aprovechar su inexperiencia para que grupos delincuenciales se instalen en Cuernavaca», una declaración que indignó al ex futbolista y le llevó a responsabilizar al gobernador de cualquier cosa que pudiera pasarle.
Pese a estas insinuaciones de Ramírez de vínculos de Blanco con el crimen organizado, el funcionario de la fiscalía indicó que no existe ninguna investigación en marcha contra el alcalde.