Seguro que a más de un cinéfilo y aficionado a la ciencia ficción le habrá venido a la mente la imagen del monolito de la película 2001: una odisea del espacio, que precisamente está a punto de cumplir cincuenta años, o las naves alienígenas de La llegada. Apodado como ‘Oumuamua –su nombre oficial de catálogo es 1l/2017 U1–, el primer asteroide procedente del exterior del Sistema Solar detectado hasta la fecha puede recordar aquellos objetos misteriosos: estrecho y alargado, también ha sido comparado con un puro o un bolígrafo.
El hallazgo de la roca interestelar, anunciado en la revista Nature, se produjo en realidad el 19 de octubre. Ese día, el telescopio Pan-STARRS 1, ubicado en Hawai, captó una débil señal luminosa en el firmamento que al principio los científicos tomaron por un asteroide convencional.
Pero los cálculos sobre su órbita revelaron que ‘Oumuamua –‘el primer mensajero que llega de lejos’, en hawaiano– no se había originado en el Sistema Solar, como todos los demás asteroides y cometas. Y observaciones adicionales descartaron actividad cometaria cuando pasó junto al Sol el pasado mes de septiembre. Confirmado: era un asteroide interestelar, una auténtica pieza de caza mayor astronómica, que viaja a una velocidad de 95.000 kilómetros por hora.
A continuación, el equipo dirigido por Karen Meech, del Instituto de Astronomía de Hawai, analizó los datos reunidos por el Very Large Telescope (VLT) del European Southern Observatory (ESO) y otros grandes telescopios para intentar hacer un retrato-robot de ‘Oumuamua. Y lo primero que les llamó la atención es que su brillo se multiplicaba por diez cuando giraba sobre su eje, cada 7,3 horas. Esto significa que el asteroide es diez veces más largo –unos 400 metros, calculan– que ancho.
También han llegado a la conclusión de que su color es rojo oscuro, debido a los efectos de los rayos cósmicos durante millones de años, y que no hay ni una mota de polvo en torno a él. Todos esos rasgos sugieren que ‘Oumuamua es muy denso, probablemente con un alto contenido en metal, sin rastro significativo de agua o hielo.
Próximos avistamientos
Pero ¿de dónde viene? No se sabe con certeza. Quizá proceda de un sistema planetario de la luminosa estrella Vega, en la constelación de Lyra, aunque muy bien podría ocurrir que haya estado vagando por la Vía Láctea cientos de millones de años sin establecer “residencia fija” en torno a ningún astro de la galaxia hasta su paso, provisional, por el Sistema Solar.
Los autores del estudio seguirán observando a ‘Oumuamua en lo que queda de año para dar respuesta a este y otros interrogantes. “¡Ahora que hemos detectado la primera roca interestelar, estamos ya listos para la próxima!”, dice, optimista, Olivier Hainaut, astrónomo del ESO. Porque como se indica en el informe publicado en Nature, este hallazgo apunta a que las estimaciones sobre la densidad de este tipo de objetos quizá se habían quedado cortas, y que, gracias a los avances en la tecnología de observación astronómica y el procesamiento de información, seguramente aumentará pronto la cosecha de asteroides y cometas procedentes del espacio exterior.