Parece un planeta de otra galaxia, pero se conoce como la Depresión de Danakil y está en Etiopía. Este colorido sistema de aguas termales se extiende desde el volcán Dallol hasta el lago Assal y es uno de los lugares más inhóspitos de la Tierra. A pesar de todo, aquí también prosperó la vida.
Un equipo de investigadores lleva explorando Danakil desde 2013 con la esperanza de entender cómo se han adaptado los microorganismos vivos a los ambientes más extremos del planeta. ¿El problema? Ni siquiera estaban seguros de que allí hubiera microorganismos vivos. En la Depresión de Danakil (también llamada Depresión de Afar) casi nunca llueve, las temperaturas superan normalmente los 45 ºC y las erupciones volcánicas son constantes. El agua de mar, calentada por el magma subterráneo, llegan burbujeando hasta la superficie de las piscinas naturales a temperaturas casi de ebullición, y el cloro y los vapores ricos en azufre producen una niebla ácida que huele a podrido (y que, dicho sea de paso, puede abrasar el revestimiento de unos pulmones humanos).
Pero la vida es más resiliente de lo que podíamos pensar. En las piscinas tóxicas de Danakil (que son verdes, turquesas o amarillas por la reacción de la sal con los minerales del magma) también nadan microbios. Es más: los investigadores encontraron ADN de bacterias extremófilas en un charco con un pH de 0, lo que supone un nuevo récord de acidez. El anterior récord lo conservaba el Río Tinto, en Huelva, con bacterias viviendo en un pH de 2.
Según Gizmodo, este hallazgo es una buena noticia, sobre todo, para los astrobiólogos que esperan encontrar vida en otros mundos. Danakil no es un lugar menos inhóspito que Marte o la luna Europa, así que quizá sea cuestión de tiempo que un robot llegue hasta la primera bacteria extraterrestre. De hecho, otros estudios llevados a cabo en Yellowstone, la Antártida o el desierto de Atacama ya nos habían demostrado que algunos microorganismos pueden adaptarse para resistir ambientes con extremo calor, frío, sal o radiación.