La lata de conservas de hojalata fue inventada por Peter Durand en 1810, pero no inventó, también el abrelatas, que tardó bastante tiempo en aparecer.
Hasta la invención del abrelatas, pues, las personas se las veían y se las deseaban para abrir las latas, usando cuchillos, piedras y cualquier otra cosa.
El abrelatas
Antes del abrelatas, según el libro A Complete Course in Canning and Related Processes, de Susan Featherstone, por entonces “la comida enlatada solía venir con las instrucciones escritas: cortar alrededor de la parte superior cerca del borde con un escoplo y un martillo”.
La historia del abrelatas empieza en 1858 con Ezra Warner, que inventó un abridor tipo hoz de segar. Durand se apoyó en los avances de Nicolas Appert poco tiempo atrás, cuando descubrió que la comida aguantaba más si se calentaba en un pote de cristal.
En 1870, William Lyman produce un abridor más ligero con ruedecitas incorporadas. No fue hasta la mitad del siglo XX que aparece, con las latas ligeras de aluminio, en que aparece por fin una forma de prescindir del abrelatas: la anilla.
Según informa Xataka, en 1931 se aplicó un sistema para que se pudiera agarrar la lata con una sola mano. Aquel mismo año, el estadounidense Preston West patentó el primer abrelatas eléctrico, aunque no llegaría a las cocinas caseras hasta 1956.
Su creador fue Erman C. Fraze, un ingeniero mecánico, que inventó el abridor-anilla en 1954. El siguiente paso lo explica Claudi Alsina en su libro Mateschef:
Obviamente, los aros-tiradores y sus tapas o porciones de los mismos inundaron el mundo, afectando gravemente a su ecología. Así pues, en las últimas generaciones de latas de bebidas el “aro” ha evolucionado a un “pulsador” cuya presión abre la parte de la tapa sin que nada se desprenda de ella.