Un grupo de niñas y adolescentes de la organización “Coincidir”, que vela por los derechos de la niñez de Guatemala, marcharon hoy 41 kilómetros hacia la capital del país para conmemorar a las víctimas del hogar estatal en el que murieron 41 niñas y 15 resultaron heridas el 8 de marzo del año pasado.
“Estamos aquí por los 41 sueños que destruyeron hace un año. No es justo que a las niñas y a los adolescentes se nos violen nuestros derechos, para que todas las personas seamos tratadas con dignidad e igualdad”, mencionó una de las voceras del evento, Sandra Véliz, de 12 años.
Con la bruma de la madrugada, abrigadas y haciendo sonar los silbatos con energía, las jóvenes se reunieron un kilómetro arriba, sobre la carretera Interamericana en la entrada del municipio de Sumpango, en el departamento central de Sacatepéquez, desde donde comenzaron a andar a las 06:00 hora local (12:00 GMT).
Véliz pidió “no más muertes, sino sonrisas”, y dijo que querían “menos caritas tristes y más felices; no queremos sentir miedo, sino sentirnos seguras”.
A la orilla de la carretera, mientras los autobuses extraurbanos llevan a cientos de personas a la ciudad de Guatemala, las niñas se detuvieron frente al rótulo del kilómetro 41 para guardar un minuto de silencio y, entonces, volver a tomar el paso, silbar y gritar por una justicia que aún no ha llegado para las 15 sobrevivientes y las familias de las 56 niñas en total.
“Las niñas que murieron tenían un sueño y el Estado no está haciendo las cosas correctas”, dijo otra portavoz, Zoila Marisol López Gómez, de 17 años.
Para Marisol, el culpable de la muerte de las niñas “es el presidente Jimmy Morales, porque no está velando por la niñez de Guatemala”.
Detrás del grupo de 41 caminantes, una camioneta de la organización “Coincidir” lleva a otras niñas que se turnan entre sí para caminar los 41 kilómetros, de forma simbólica, hasta llegar por la tarde al edificio central del Ministerio Público, donde le expondrán públicamente 41 preguntas por cada una de las niñas que murió en el Hogar Seguro Vírgen de la Asunción.
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Damaris López, oriunda de la aldea Jacaltepeque, del departamento oriental de Jalapa, a sus 19 años aún recuerda con tristeza y enojo las horas después del incendio.
“Nadie debe morir así, me dio congoja por los padres y rabia por cómo se manejaban las cosas a nivel administrativo”, le dijo a Acan-Efe.