La crisis económica y la infidelidad mantienen vivas en México las prácticas esotéricas como la santería, el chamanismo y la espiritualidad, reflejadas en la venta de artículos para ahuyentar la pobreza y retener el amor.
El Mercado de Sonora, en la capital mexicana, es pionero en la venta de productos místicos esotéricos desde hace casi seis décadas en dos de los nueve pasillos que lo conforman.
Más de sesenta establecimientos llenos de amuletos, inciensos, santos y veladoras; los olores y colores reciben diariamente a refugiados que han perdido la fe en la religión y hoy invierten en artículos para dar solución a sus problemas financieros.
El desempleo, las bajas ventas, los negocios y el hostigamiento laboral generan la mayor clientela para Manuel Baladez, a quien las personas recurren con problemas espirituales que les impiden avanzar por egoísmos y envidias.
Con una gargantilla de cabeza de cocodrilo al centro, animal chamánico que lo protege, Baladez es guía espiritual y comerciante desde 1977, cuando entró al mundo esotérico por necesidad y lo practicó por cuestiones personales.
Expresa a Efe que “todo existe siempre y cuando tengamos fe y paciencia, ambas fundamentales”, y que se dedica a “ayudar a las personas para que salgan bien en todos los sentidos: económicos, sentimentales y a nivel de salud”.
Baladez ofrece a sus clientes objetos para que les protejan, además de una limpia con el uso de hierbas, las cuales -explica- “son energía utilizada en baños de despojos y limpias para la purificación de las personas”.
El clásico ramo para los despojos contiene: hierba de pirul, albahaca, romero, Santa María, flores rojas para cuestiones sentimentales y blancas para cuestiones de salud.
Además del uso de hierbas amargas, como ajenjo para lo negativo, y dulces como la albahaca, la hierbabuena y la menta, para alcanzar estabilidad.
Para este guía espiritual, “el ser humano debe ser universal” y no competir con la ciencia, ni viceversa, sino trabajar en conjunto porque “el hombre siempre creyó en las cosas que lo rodean”.
“Antes (teníamos) los mayas, ahora los astrólogos; un sistema de numeración, hoy tenemos computadoras; se tocaban caracoles, hoy grandes orquestas sinfónicas; se construían acueductos y pirámides, hoy segundos pisos”, argumenta Baladez.
En otro pasillo se encuentra Karina García, especialista en la santería Palo Mayombe. Es intermediaria entre los “nfumbes” (muertos convertidos en seres de luz) y cualquier persona que tenga la fe para prestar su cuerpo al muerto y transformarse.
“Mucha gente ve mala la santería porque se hacen matanzas, pero en realidad un animal ayuda a las personas a quitarle el ojo, la candela, la salación, la brujería y las maldiciones; para ello los animales se están dando su vida”, explica.
A través de la lectura de cartas, limpias, misas y amarres, suele ganarse la vida sanando gente que llega con problemas de infidelidades o conflictos más internos como depresión.
“La clientela en su mayoría, el 80%, son mujeres porque sus parejas son infieles; les damos unas velitas en forma de corazón, de muñecos o de miembro con alfileres por si se portan mal”, apunta la santera, y ríe al decirlo.