No hubo temporada de despedida, ni siquiera juego del adiós. Tim Duncan se marchó en silencio, como ya se intuía, sin el ruido de la explosión que hacen las estrellas al desaparecer. El ‘Gran Fundamental’ dijo adiós en un segundo plano, con un comunicado de San Antonio Spurs que pone de relieve todos sus logros individuales y grupales.
Lo que se hace en estos casos es mirar en retrospectiva y con Duncan los recuerdos se trasladan a 19 veranos atrás, cuando LeBron James tenía 12 años de edad; Kawhi Leonard, seis primaveras y Michael Jordan contaba con el mismo número de anillos con los que se marcha el buque insignia histórico de los Spurs: cinco. A la leyenda de Chicago Bulls aún le faltaría un sexto. Aquel verano de 1997 dejó una instantánea para la posteridad: la visita de Gregg Popovich a Saint Croix, Islas Vírgenes, donde Duncan había nacido y pasado toda su infancia. Allí vivió la experiencia más traumática de su vida: el fallecimiento de su madre, y allí comenzó a cimentarse uno de los proyectos más longevos de la historia de la NBA.
En 1997, Popovich convenció a Duncan del potencial al que llegarían de los Spurs y lo hizo después de que no clasificaran a la postemporada por primera vez en siete años. Aquél fue el último fracaso en la temporada regular en 19 campañas. El año de debut le valió el galardón de Novato del Año. Fue la media naranja de las ‘Torres Gemelas’ junto a un David Robinson que ya rozaba los 33 años de edad. El pívot encontró en Duncan a la sociedad necesaria para lograr el campeonato de 1999. Repitió en 2003 aunque su papel de columna vertebral pasó a ser secundario. En su segundo año en la liga, Duncan ya logró ser JMV de las Finales y en aquellos playoffs tan sólo cayó en dos partidos: uno en la primera ronda y otro ante los Knicks de Nueva York en las Finales. A partir de ese momento se confirmó que él sería el líder indiscutible de la franquicia y sobre su figura giraría el resto de la órbita de los Spurs.
Gracias a Duncan todo brilló a su alrededor. Tony Parker y Manu Ginóbili se unieron a la causa y vieron sus virtudes explotadas. Juntos conformaron el mejor trío de ases de la NBA (575 victorias en temporada regular, 126 en playoffs y cuatro títulos como unidad) que tiemblen los Larry Bird, Robert Parish y Kevin McHale (540 triunfos en la regular y 92 en playoffs). Magic Johnson, Kareem Abdul-Jabbar y Michael Cooper lograron el mismo número de títulos juntos, aunque en menos victorias (490 en regular y 110 en postemporada). Desde aquellos Los Angeles Lakers, no hubo trío mejor que el de los Spurs.