Dos años y unos 1.700 kilómetros de distancia separan la final de la Liga de Campeones que disputan el sábado en Milán dos vecinos, Real Madrid y Atlético de Madrid, de su anterior cruce por la supremacía continental en Lisboa, cuando los primeros conquistaron su 10ma Copa de Europa en dramático partido con prórroga incluida.
El Atlético llegó a tocar con la yema de los dedos la apodada «Orejona» en aquella edición de 2014, pues mandaba 1-0 en el marcador con gol del uruguayo Diego Godín en el tiempo reglamentario. Pero un tanto en los descuentos de Sergio Ramos forzó el periodo suplementario, capacitó el triunfo final por 4-1 del Real Madrid y sentó las bases para el trepidante segundo asalto que deparara el estadio San Siro.
El técnico argentino Diego Simeone, ganador de cinco títulos distintos desde su arribo al club colchonero en 2011, ha prohibido a sus jugadores pronunciar la palabra «venganza» en la previa. Pero los aficionados del Atlético acuden a la cita convencidos de que el fútbol les debe al menos una corona continental, pues en el historial rojiblanco figura también otra dolorosa derrota a doble partido en la final de 1974 contra el Bayern de Múnich. Entonces fue un empate de Hans Schwarzenbeck el que forzó el fatídico choque de vuelta, resuelto 4-0 a favor del conjunto bávaro.
El imponente balance del Madrid es de 10 triunfos en sus 13 finales previas, con cuatro victorias consecutivas, una de ellas gracias a gol de antología de Zinedine Zidane, su actual entrenador, en 2002 en Glasgow.
El francés, incorporado a mitad de temporada tras el cese de Rafa Benítez en diciembre, podría convertirse en el primer técnico de su país en levantar la copa, pero llega sin la presión que acompañó en la final de 2014 al italiano Carlo Ancelotti, quien básicamente ató su continuidad con la apurada conquista de la llamada «décima» para la entidad merengue.
«Tengo un buen recuerdo de Lisboa, pero pasamos página. Afrontamos esta final como si no hubiéramos ganado ninguna», aseguró Ramos el viernes. «Ellos tendrán mal sabor, pero se levantan y siguen compitiendo. No consideraría un fracaso acabar la temporada sin títulos, pero sí una oportunidad perdida, porque nos ha costado la vida llegar hasta aquí, igual que a ellos».
Zidane sabe que seguirá la próxima temporada al frente del Madrid, aunque es Simeone quien goza, hoy por hoy, de ilimitados poderes en el Atlético.
Sólo dos compatriotas, Luis Carniglia en 1958 y 1959 con el Madrid, y Helenio Herrera en 1964 y 1965 con el Inter de Milán, han ganado el máximo título europeo en representación técnica de Latinoamérica, aunque al timonel bonaerense le importa poco la estadística regional, centrado como está en cerrar su octava victoria de 19 enfrentamientos con el Madrid, con una sola derrota en los últimos diez.
«El pasado no sirve de nada ahora. Ni la final de Lisboa, ni ganar al Madrid tantas veces seguidas. Se nos va juzgar por lo que hagamos mañana. Tenemos otra gran oportunidad. Será el partido más difícil de los últimos tres años», declaró el capitán rojiblanco, Gabi Fernández, el viernes.
Recuperado el lesionado de larga duración Tiago Cardoso, el Atlético se presenta con todos los disponibles al cruce con su acérrimo rival, que por su parte no podrá disponer del central Raphael Varane, aquejado de una dolencia muscular, y mima al máximo a Cristiano Ronaldo, el astro renqueante.
«Tenía un poco de molestias, pero está bien, al cien por cien. Y más siendo una final», aseguró Zidane, con las ideas claras respecto a lo requerido para llevarse el triunfo. «Lo que hay que hacer es correr, correr, y correr. No creo que sea un partido duro, aunque sí dificilísimo, pero estamos listos para hacer una gran final. Nosotros también sabemos sufrir. No hay un favorito. Está al 50 por cien».
El arquero madridista Keylor Navas sólo ha encajado dos goles en la Champions y aspira también a convertirse en el primer costarricense campeón, pero el principal argumento del conjunto blanco radica en su pegada, con la apodada «BBC» que integran Gareth Bale, Karim Benzema y Cristiano al frente.
El tridente acumula 98 dianas en la temporada, una estadística que intentará limitar el portero colchonero Jan Oblak, también especialista como Navas en detener penales.
Sin embargo, Simeone se hartó en la previa de recalcar la importancia del mediocentro Carlos Casemiro, a su juicio más decisivo por el equilibrio que le proporciona al conjunto blanco.
«Espero un arranque intenso, con el Madrid protagonista en el juego en torno a Casemiro, que les permite agruparse mejor en torno a la pelota y ser peligrosos a la contra. Así jugaron en semifinales contra Manchester City, pero eso no es malo. A estas alturas, ninguno de los dos vamos a cambiar demasiado», avanzó el viernes Simeone, aparentemente indiferente respecto a las críticas sobre el presunto juego defensivo vertidas sobre su equipo.
«Soy respetuoso con las opiniones. Nosotros nos amoldamos a nuestras condiciones y somos más inteligentes sin balón que otros. Hay muy pocos equipos mejores que el Atlético: tenemos estabilidad, una idea de trabajo, y competencia interna. Hay que cuidar nuestro lugar de privilegio, y la única forma es ganando. Jugar una final es algo fantástico, ganarla es supremo», declaró el argentino.
Será apenas la sexta final europea de la historia entre dos equipos de un mismo país. El Madrid se impuso en sus dos previas, ante el Valencia y el propio Atlético, que también vio cómo el equipo «merengue» le acabó quitando el segundo lugar en la liga española recién finiquitada en favor del Barcelona.
«Convivimos a diario con ellos, y eso nos da más ilusión para ganar y cambiar la historia de cara al futuro. No pensamos sólo en lo que hemos hecho los últimos cuatro años», reflexionó el delantero Fernando Torres, criado en la cantera colchonera y esporádico jugador del AC Milán antes de regresar al Atlético. «Este es el partido de mi vida. Espero que San Siro sea un lugar mágico para nuestros aficionados».