El argentino Lionel Messi marcó sus goles 300 y 301 en la liga española, Luis Suárez engordó su cuenta como máximo cañonero de este campeonato y el Barcelona venció el miércoles por 3-1 en cancha del Sporting de Gijón para ampliar considerablemente la ventaja sobre sus perseguidores en la tabla de posiciones.
El partido, correspondiente a la 16ta fecha y aplazado en diciembre por la disputa del Mundial de Clubes por parte del Barsa, se saldó con la 19na victoria de los azulgranas y tres puntos más que dejan su total en 60, ya con 24 fechas completadas.
El Atlético de Madrid clasifica segundo con 54 unidades, mientras que el Real Madrid, tercero con 53, juega a continuación su choque de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones contra la Roma.
El Barsa visita el sábado a Las Palmas por la 25ta fecha, mientras que el Madrid juega en cancha del Málaga la jornada del domingo, que cierra con Atlético-Villarreal.
Ambos equipos madrileños vieron seriamente perjudicadas sus opciones de competir por la liga, después de que el Barsa hilvanara su 31er encuentro invicto en todas las competiciones ante el Sporting, que clasifica actualmente 16to con 23 puntos.
«Estamos haciendo una muy buena temporada. La regularidad es lo que marca el campeonato y tenemos un margen ya bastante importante en la liga, pero no nos vamos a relajar», comentó el lateral Aleix Vidal.
Messi abrió el marcador con su gol liguero 300 a los 25 minutos. El cuadro azulgrana permitió el empate transitorio de Carlos Castro a los 25, pero retomó la ventaja a los 31 gracias a la 15ta diana del astro argentino en el presente campeonato.
Suárez, quien lidera la clasificación en ese apartado con 24 tantos, asistió en el segundo gol y erró luego un penal, pero no desaprovechó la ocasión de engordar su cuenta con un golazo a los 67.
Replegado atrás, aunque siempre amenazante al contragolpe, el Sporting se resignó de entrada a ceder la posesión de la pelota al Barsa, y los azulgranas hicieron por lo general buen uso de ella, con Sergio Busquets dando un paso atrás en el mediocampo, para facilitar la elaboración en ausencia de Andrés Iniesta.
Arda Turan ofreció destellos en su reaparición en el once titular, aunque la regularidad la volvieron a poner los tres de arriba, Messi, Suárez y Neymar, vigilados de cerca por la zaga local, pero siempre incontenibles, cada uno a su estilo.
Como Busquets, Messi también varió sin desmayo su posición, atrayendo defensas hacia el arco para abrir el juego por bandas, reculando luego para recibir y filtrar pases o soltar latigazos, como el que inauguró el marcador.
El primer disparo, cruzado y ligeramente desviado, fue del sportinguista Alex Menéndez, tras transición conducida por Alen Halilovic, promesa cedida por el Barsa al cuadro asturiano.
Suárez, muy a gusto en el rol de ariete, respondió con un remate bien tapado por Iván Cuéllar tras asistencia diagonal de Neymar, en creciente ebullición y con ampliado repertorio.
Pero fue Messi quien desniveló tras ajustar visión panorámica del arco, perfilar la zurda y clavar la pelota, de bote vivo y traicionero sobre el césped mojado, junto al palo largo del arquero.
La reacción local fue inminente y meritoria de un contragolpe de manual: perdida barcelonista en posición avanzada y estampida rojiblanca con carrera de Pablo Pérez, descarga en Roberto Canella, apertura a Menéndez y cruce empujado en el poste opuesto por un Castro más voraz que Busquets.
Indeciso en la salida, Claudio Bravo maldijo el empate. Pero el arquero chileno celebró desde la lejanía un nuevo golpe de genio, literal, de Messi, quien combinó en el área con Suárez e impactó la devolución del charrúa de forma incontestable, con el exterior de la zurda, doblando el cuerpo de un Cuéllar sin margen de respuesta ante el sorpresivo recurso.
Pudo caer el tercero del argentino, nuevamente en combinación con Suárez y en llegada por el centro, pero Cuéllar repelió el remate y respiró aliviado cuando la consecuente comba de Neymar impactó su poste más lejano.
Con ganas de sumarse a la fiesta, el brasileño lo intentó una vez más antes del descanso, cruzando en exceso tras quiebro sobre Alberto Lora, y encontró recompensa a su esfuerzo en la reanudación, cuando provocó un penal de Cuéllar en su afán por controlar un pelotazo de Gerard Piqué.
Después de causar sensación con la ejecución de su última pena máxima el pasado domingo en la goleada por 6-1 sobre el Celta de Vigo, cuando Messi pasó la pelota a Suárez desde los 11 metros, el uruguayo asumió esta vez el lanzamiento clásico con peor resultado: derechazo fuerte, poco escorado, y rechazado por el arquero.
Pero lo que el máximo cañonero no consiguió a balón parado lo logró en movimiento, también clásico, de puro «nueve»: peleó una pelota en el flanco derecho del área, sorteó a trompicones a dos rivales y soltó instintivamente una parábola similar a la anterior de Neymar, aunque con destino final a la red.